MEMORIAS DEL MAIZ
Milenario testimonio de cómo
los antiguos le dieron el regalo
del maíz al mundo.
relatado por Xuan Quen Santos
De cómo les dieron el frijol y la calabaza
Pasaron muchas cuentas del tiempo y Zóchil vio las milpas y le parecieron descuidadas. Así le habló a las mujeres: —Les dimos nuestra hija Ixim, pero no la han tratado bien. Las mujeres se quejaron del duro trabajo de cuidar la siembra. A veces el viento botaba sus altas cañas y se echaba a perder. A veces la maleza la invadía y no la dejaba crecer. A veces los animalitos se la comían. Las milpas se veían tristes.
La Formadora de la Tierra entró a las siete cuevas y de la tercera tomó una semilla de frijol y otra de calabaza. Zóchil llamó al cuervo y le dijo: —Ixim está sola en las milpas. Llévale sus hermanas Kinac y Mukun. Y el cuervo fue a visitar las milpas y llevó las semillas. A Kinac, la planta del frijol, la enterró a un palmo del pié de las cañas del maíz. La semilla de calabaza la enterró dos palmos más lejos.
Las tres hermanas eran muy diferentes y no se llevaban bien. Kinac comenzó a crecer y como era muy flaca y débil solamente se arrastraba. Mukun, la planta de calabaza, era gruesa y pesada, de hojas grandes y frutas gordas, con los tallos llenos de espinas. No se podía mover. Ixim era alta y esbelta, de grandes y largas hojas y pelo dorado. El cuervo las oyó en sus desacuerdos y se lo contó a Hurakán, el Formador.
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