MEMORIAS DEL MAIZ
Milenario testimonio de cómo
los antiguos le dieron el regalo
del maíz al mundo.
relatado por Xuan Quen Santos
De cómo encontraron lugar
Cuando los hombres vieron que era bueno el maíz, aprendieron a sembrarlo, a cuidarlo y cosecharlo. Así fue como se fueron quedando cada uno en su lugar. Así fue como fueron poblando la tierra y surgieron las aldeas, los pueblos y las ciudades. Así aparecieron las milpas por todos los cerros y por todos los valles.
Los hombres aprendieron a contar el tiempo del maíz y de las lluvias; a contar el tiempo del sol y de la luna; y a contar el tiempo de las estrellas.
Para no volver a olvidar al Creador, ni a los Progenitores, ni a los Formadores, dejaron sus memorias en las piedras. Dejaron sus marcas en las montañas. Con las piedras hicieron casas, grandes plazas y elevados templos.
Y los ancianos cuidaron las memorias de Paxil, del ombligo de la tierra y de las siete cuevas; y las cuidaron en dibujos y en las ollas y en las paredes. Juntaron también las memorias del zompopo, del quetzal, de Hurakán y Cabrakán, de Ixkic y de Zóchil, de Tupeu y de Kumatz.
Así fue como se fueron quedando; cada uno en su lugar, cuidando su milpa en vez de andar por todos lados. Los del maíz blanco en su esquina de la tierra, los del rojo en la suya, los del amarillo en otra y los del azul en la última.
Así me lo contaron.
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